Orígenes.
El Altar de San Vicente Ferrer del Mocadoret nació entre 1861 y 1864, siendo la última fecha la más probable, según se desprende del libro publicado por el profesor D. Antonio Ariño Villanueva, El Calendari Festiu a la Valéncia Contemparània (1750-1936). No obstante, la calle de la Tapinería tenía una rancia tradición de celebrar, esporádicamente, fiestas en honor a San Vicente, debido a dos milagros acaecidos en ella: el de un niño abandonado en la calle y revivido por San Vicente y el famoso milagro del Mocadoret, que tuvo como escenario una casa cercana a dicha calle. Hasta mediados del siglo XIX la Festa grossa de carrer del barrio era la Fiesta de San Roque de la Calle Cerrajeros o Manyans. Según la tradición, un grupo de directivos o de clavarios de la Fiesta de San Roque, disgustados, abandonaron esta comisión y decidieron dar vida a una nueva Asociación Vicentina: el momento era propicio, pues la celebración en 1855 del Centenario de la Muerte del Santo, y el hecho de que la fuente del Pouet de su Casa Natalicia fuera el único nacimiento de agua libre de la epidemia de cólera, había revitalizado la devoción hacia el Patrón de la Ciudad y su Reino.
¿Por qué celebramos nuestras fiestas en la octava de San Vicente?
La Asociación, modesta desde su nacimiento, radicó en su origen en la parroquia de Santa Catalina, donde también tenía su sede la Asociación de los “Gaseros”, que por las noches encendían los faroles de gas en calles, plazas y jardines para iluminar la ciudad, estos estaban integrados en el Altar de la Plaza de la Virgen. Se decidió, para que no coincidieran ambas fiestas en las mismas fechas, que la de San Vicente del Mocadoret se celebrara en la octava, es decir, una semana después. Después de la Guerra Civil, el Altar de la Virgen se convirtió en el Altar de la Pila Bautismal, pasando a tener su sede en la Parroquia de San Esteban, mientras Santa Catalina dejaba de ser parroquia en favor de San Martín. Sin embargo, el Altar del Mocadoret continuó celebrando su fiesta en la huitava, perdurando la tradición hasta nuestros días.
Imágenes del Santo.
La Asociación cuenta hoy día con tres imágenes: la más antigua, la popularmente llamada “El Carbonero”, es una imagen “de bulto”, de metro y palmo de altura, toda ella de talla. Por el estilo, parece ser de finales del siglo XVIII o principios del XIX, y fue restaurada, según una inscripción en su peana, en 1861. Actualmente está, en depósito, en la Parroquia de San Martín. Su nombre se debe a que le tocó, al celebrar el sorteo del Santo, a un carbonero, el cual necesitado de dinero, la empeñó. Al ir los directivos a recuperarla para hacer la fiesta, se encontraron con que el clavario, en vez de la imagen, les dio la papeleta de empeño, teniendo que ir al prestamista y, previo pago, recuperar la imagen. Desde entonces data la celosa costumbre de la entrega de la imagen al clavario mayor, que se celebra con testigos y describiendo el secretario minuciosamente la imagen, vestido y adornos, mientras van siendo señalados por el archivero. Posteriormente, a principios del siglo XX, se adquirió la imagen actual, “de vestir”.
La capa y el escapulario de gala fueron renovados en 1994, transportando los bordados antiguos a un nuevo terciopelo. Esta imagen es la que sube al Altar, y se sortea entre los Asociados que lo solicitan, permaneciendo en casa de la familia agraciada durante todo el año. También el Altar posee una imagen de San Vicente niño, acompañado a sus pies una niña y un niño que lo escuchan, es la que se sortea entre los asociados infantiles. Su talla es típica de finales del siglo XIX, y muy similar a las que poseen otros Altares, como el del Mercat y el de la Fiesta de los Niños de la calle de San Vicente.
Anécdotas.
Durante las elecciones municipales de 1931, el Santo fue subido al Altar a los acordes de la Marcha Real. Ganaron las elecciones en las capitales los republicanos, Alfonso XIII abdicó, y se proclamó la II República, con lo cual el Santo fue bajado a los sones del Himno de Riego.
Más tarde, se prohibieron las celebraciones religiosas, y al estallar la Guerra Civil, se inició una búsqueda de imágenes y motivos religiosos para su destrucción. El anda del santo fue sacada de la Iglesia de Santa Catalina y ocultada en el patio de una casa de la Tapinería, pero fue encontrada y quemada. Se decidió entonces que la imagen del Santo fuera desmontada (la imagen se compone de varias piezas ensambladas) y repartiesen las piezas del Santo entre los miembros de la Junta Directiva. La cabeza correspondió a un miembro de la Junta, el cual, al terminar la contienda fue nombrado clavario mayor, siendo el único, hasta la fecha, no designado por sorteo. Como la Guerra terminó en vísperas de celebrar la fiesta, la imagen fue prestada al Altar del Mercat, pues la suya resultó quemada, siendo la del Mocadoret una de las pocas imágenes que se salvaron, al igual que la bandera de la Asociación, bordada en 1919.
En 1960 se adoptó la insignia del pañuelito bordado con la herradura; en su origen fue una modesta hoja de papel de fumar, doblada en el ojal de la chaqueta, más tarde se confeccionaron de tela. En un primero momento era exclusivo de los directivos, pero rápidamente se popularizó.
Sorteo de las imágenes.
Unas semanas antes de la fiesta, se celebra el tradicional sorteo del Santo y el Santo niño, entre los asociados que solicitan entrar en él. Este hecho ha permanecido invariable a través de los años, excepto el anteriormente referido en el año 1941.
El sorteo se realiza dentro de la Junta General Extraordinaria que se realiza con carácter anual. Al terminar las fiestas las imágenes son llevadas a la casa de los clavarios mayor e infantil. Pasados unos días, en la casa del clavario mayor, se procede al cambio de hábitos, pues durante el año la imagen va con un sencillo hábito dominico, de ello se encarga la camarera que custodia el hábito de gala que luce durante las fiestas.
Renovación de las fiestas.
El gusto por mantener las tradiciones no ha impedido que el Altar intentara encontrar nuevas vías de divulgación y de popularizar nuestra fiesta. Por ejemplo, se incorporó al programa en 1976, una Dansá Popular a la que acuden parejas de balladors de Valencia y comarcas de alrededor, al sonido del tabal y la dolçaina, que ha tenido que variar su recorrido para dar acogida al numeroso grupo de parejas que participan, y se ha podido crear un grupo de balladors propio del Altar.
Si bien lo tradicional en el altar era instalar un tablado en la plaza de Lope de Vega -hoy se instala en la Plaza del Miracle del Mocadoret– y celebrar veladas teatrales en valenciano a cargo de grupos de las fallas cercanas, durante algunos años también se han realizado miracles, por niños de otros altares o de colegios y llevamos haciéndolo, desde 2016, con un cuadro artístico de niños de nuestro propio Altar.
Otro evento reciente a destacar es El vol del Mocador, que consiste en una recogida de alimentos, no perecederos, realizada durante los días de las fiestas, y que se lleva posteriormente a la Casa Valenciana de Caridad. Con este acto deseamos desarrollar una pequeña labor social que rememore, fielmente, el milagro que da nombre a nuestro Altar.
Un año especial, 2018.
Dos acontecimientos destacamos, en el año 2018, que ya forman parte de la historia del Altar.
Por primera vez la Honorable Clavariesa de la Fiestas Vicentinas, nombrada por la Junta Central Vicentina de Valencia, forma parte de nuestra Asociación, se trata de Mª Jesús Moll Navarro, de fuerte vinculación familiar con nuestro Altar, su abuelo materno fue muchos años tesorero de la Asociación, habiendo sido ella misma clavariesa del Altar en el año 2017, por sorteo como siempre.
En el Concurso de Milagros, organizado por Lo Rat Penat, a dos de nuestras pequeñas actrices, las hermanas Inés y Paula Eguía Pérez, el jurado les concedió sendas “menciones honoríficas a la proyección artística”. Deseamos que sigan progresando formando parte de nuestro cuadro artístico de niños.